lunes, octubre 26, 2009

a las cosas que más tememos son aquellas que ya nos han sucedido


Teníaa muchísimo tiempo de no escribir, y no es que no pueda, o no quiera, pero comunmente intento que mis relatos provengan de una fuente de inspiración real y no precisamente de mi ocio.

Dicen por ahí que a las cosas a las que más tememos, son aquellas que ya nos han sucedido, y déjenme decir que es verdad. Lo comprobé apenas hace unos días.

Era el día jueves 22 de octubre, había despertado un poco más temprano de lo de costumbre, debido a que tenía que preparar mi clase de ginecología para la 1 de la tarde, pero el cansancio provocado por el día anterior de estar jugando poker hasta altas horas de la noche no me lo permitía, entre somnolencia, dolor de cabeza, cansancio y ah si, un poco de tensión por hacer mi exposición, mi celular comenzó a sonar.

Mientras lo contestaba leí que era mi madre, llamándome, cosa poco rara porque ella acostumbra a hablarme por messenger y esta vez no estaba conectada.

-"Hola má, ¿qué onda?" le dije.. como de costumbre

-"Estoy en el hospital" fue todo lo qe pude entender de entre unas tantas palabras más que dijo, porque mientras escuché la primera frase, en mi mente se dispararon mil ideas, de diferentes etiologías, opciones, posibilidades, etc.

Debo admitir que no temo a muchas cosas, pero temí.

Después del revuelo interneuronal dentro de mi cabeza, entró en juego mi frialdad y comencé a prestar atención de nuevo..

-"Pero estoy bien, no te preocupes"

uff...

-"A ver má ¿qué pasó?

Con una voz temblorosa me explicó que se había sentido mal, que estaba en el hospital ángeles, pero que todo estaba bien.. entre otras tantas cosas

-"Yo te aviso ahorita que me diga el dr que tengo"

Definitivamente no había ocurrido un accidente, pero estar en el hospital no era precisamente un privilegio, y tampoco una situación para estar feliz.

A mi cotidiana comodidad y mi clase pendiente, se unió la incomodidad de algo que no estaba bien con la persona que más me importa en este mundo.

¡Ahora no me podía concentrar!

Me metí bañar casi inmediatamente aún sin haber terminado mi clase, por si hubiera sido necesaria mi presencia, y mientras me bañaba pensé..

-"¿Cuántas veces he escuchado a mis amigos, conocidos, etc decir: - X persona está en el hospital, siendo interrumpido por mi clásico: -"Vamos no te preocupes, si ya está en el hospital todo está casi controlado, está mejor que en cualquier otro lado". Cosa que es cierta, pero uno nunca lo entiende, menos estando en esa situación. Pero esta no era la excepción, puesto que yo no tenía un Pepe García propio que me lo recordara.

Pensé una enorme cantidad de complicaciónes, o situaciones que pudieran tornar esta situación en un trágico desenlace, y luego pensé: "¿A qué le temo tanto?", " ¿a que mi madre muera?"

La respuesta es obvia, y fundamentó toda mi serie de pensamientos anteriores.

¡Esa era definitivamente la razón de mi preocupación!, no es que le tema a la salmonelosis, pero uno siempre espera lo peor, que tal vez esta salmonella se haya mutado con un AH1N1 o algo.. pero afortunadamente no fue así.

Mi temor cesó al pensar que todo está en manos de Papá, y que si Él decidía que era tiempo de llamar a mi madre, yo estaría resignado.

¡Afortunadamente no fue así!.. y que bueno, además, pensándolo bien, era poco probable que hubiera una salmonella mutante, de cualquier forma temí.

Después de toda esa meditación que ocurrió en mi cabeza en algunos segundos, me relajé, como siempre obviamente, y comencé a hacer las cosas que tenía pendiente, sabiendo que mi preocupación no ayudaría en nada, y que mi confianza tiene un fundamento.

Aunque debo admitir que en ese momento que pensaba, ¡me sentí vivo de nuevo!.. como hacía mucho tiempo que no me sentía, luego me pregunté ¿por qué?

Mi mente me transportó nuevamente a mi infancia, esa que se pierde entre mis recuerdos, no sé porqué, y recordé mi primera etapa de la primaria, cuando mi caracter era realmente aprensivo, estresable y autista como yo bien lo catalogaría. Donde el ambiente donde me crié fuera un poco de casa me hacía pensar que por alguna razón mamá no volvería. He de suponer que mi jugo gástrico abundaba en mi infancia cada vez que mi mamá tardaba en llegar, pareciera que se produciera por litro a cada minuto de tardanza en que mi madre no apareciera, y que me quemara por dentro mientras llegaba esa suave medicina que eran sus brazos, al verla, todo desaparecía, se calmaba y se me olvidaba todo lo que mi mente maquinaba mientras ella no estaba.

Concluí que de verdad amo a mi madre, y aunque ella lo sabe, y pareciera que algunas veces le gusta dudarlo, estoy convencido que sabe que no es así, que la amo profundamente, y que aunque ella no estuviera más conmigo, mi mundo debería ser más gris, pero debo admitir que no lo sería porque estaría confiado que Papá y mi papá le harían mejor compañía que yo, definitivamente.

Concluí también que tal vez lo que extrañe es aquella débil aprensiva personalidad estresable que tenía de pequeño y que me hacía sentir adrenalina por litros, pero que realmente no cambiaría por mi actual evolución de personalidad confiada.

Tal vez sea por eso que no recuerdo muchas cosas de mi infancia... o tal vez no..


- José A. García Rangel